Suplementación y nutrición en el Trastorno del Espectro Autista (TEA/CEA): una mirada integral
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El Trastorno del Espectro Autista (TEA) o actualmente conocido también como Condición del Espectro Autista (CEA), se caracteriza por una afectación neurológica o del neurodesarrollo caracterizada por dificultades en el desarrollo social, motor, cognitivo y del lenguaje.
Los niños con TEA se caracterizan por un trastorno en la conectividad neuronal, una función sináptica anormal y desequilibrios de neurotransmisores.
Se habla de “Espectro” ya que se manifiesta de diferente manera en cada persona.
Debido a las alteraciones neurobiológicas y conductuales presentes en el TEA/CEA, las necesidades nutricionales pueden verse comprometidas, lo que vuelve especialmente relevante el análisis del papel de la suplementación en personas con esta condición.
Se ha descubierto que los niños con TEA/CEA suelen tener una sensibilidad sensorial aumentada o reducida, lo que influye en su alimentación. Esto puede manifestarse como rechazo o preferencia por ciertas texturas, olores, sabores, temperaturas específicas, apariencia del alimento, etc. Estas características pueden llevar a una alimentación muy selectiva y poco variada, dificultando una nutrición adecuada.
Por lo que los niños y adultos con TEA/CEA pueden ser particularmente susceptibles a insuficiencias y deficiencias nutricionales como consecuencia de dietas a menudo auto limitadas y como consecuencia a esta dieta desequilibrada, puede verse afectada la conducta, el sueño, la concentración, etc.
Los niños con TEA/CEA a menudo tienen deficiencia de vitamina D, magnesio, vitaminas del complejo B, ácidos grasos omega-3. Estas deficiencias podrían ser el resultado de la selectividad de los alimentos o de la absorción gastrointestinal alterada.
Además, es importante recalcar que una alimentación poco variada no solo puede generar carencias de nutrientes, sino también afectar negativamente la salud intestinal. En personas con TEA/CEA, la alta selectividad alimentaria suele llevar a un consumo predominante de alimentos ultraprocesados, azúcares y harinas refinadas. Esta dieta limitada empobrece la diversidad de la microbiota intestinal, lo que puede dificultar tanto la producción de neurotransmisores claves como la correcta absorción de los suplementos nutricionales. Por eso, una base alimentaria que favorezca el desarrollo de una microbiota saludable resulta fundamental para que la suplementación sea realmente efectiva.
Es por esta razón la importancia que tiene la nutrición y la suplementación en personas con esta condición.
La evidencia científica ha identificado diversos nutrientes y compuestos que podrían desempeñar un papel relevante en el desarrollo neurológico, la regulación conductual y el bienestar general de personas con TEA/CEA. A continuación, se detallan aquellos que han sido más estudiados en la literatura actual.
El sistema nervioso central contiene ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) , especialmente ácido docosahexaenoico (DHA) que no pueden sintetizarse en el cuerpo humano, sino que debe proporcionarse mediante la nutrición. Algunos estudios informaron que los desequilibrios o deficiencias de ácidos grasos pueden estar involucrados en trastornos neurológicos infantiles, incluidos los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la dislexia y el espectro de los trastornos autistas.
Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3: Pescados y mariscos grasos sardinas, salmón, anchoas, trucha, atún, semillas de linaza y chia (molidas), nueces.
Un ensayo clínico con 54 niños mostró que la administración de ácidos grasos omega 3 (EPA+ DHA) durante 8 semanas mejoraron comportamientos estereotipados, comunicación social y puntuación general de TEA.
Otro estudio también informó que la suplementación con omega-3 durante 12 semanas disminuyó la hiperactividad en niños con TEA.
La vitamina D desempeña un papel en la regulación de la plasticidad sináptica y el sistema dopaminérgico. Además, ayuda a reducir la carga oxidativa. Los niños con TEA/CEA tienen niveles más bajos de vitamina D sérica, lo que puede ser uno de los factores ambientales que contribuyen al desarrollo del autismo en niños genéticamente susceptibles.
Estudios han encontrado que niños con autismo suelen tener niveles bajos de vitamina D. Se cree que esta falta podría influir en el desarrollo del cerebro o en algunos síntomas del autismo, aunque no se sabe con certeza si es causa o consecuencia.
El organismo es capaz de producir vitamina D de forma natural cuando la piel se expone directamente a la luz solar. Sin embargo, pocos alimentos contienen vitamina D en cantidades significativas. Entre las principales fuentes alimentarias se encuentran el aceite de hígado de bacalao, los pescados grasos (como el salmón o el atún), la yema de huevo, cereales fortificados, así como bebidas vegetales enriquecidas con esta vitamina.
Es importante ajustar la dosis según cada caso y monitorear los niveles.
Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, favorecen la salud intestinal, mientras que los prebiótico son fibras no digeribles (Fructooligosacáridos (FOS), Galactooligosacáridos (GOS)) que alimentan a las bacterias beneficiosas del intestino.
En personas del espectro autista, se han observado alteraciones en la microbiota intestinal que podrían relacionarse con síntomas gastrointestinales (como dolor abdominal, estreñimiento o diarrea) y también relacionados con cambios en la conducta, irritabilidad y ansiedad.
Esto se explica a través del eje intestino-cerebro, una vía de comunicación bidireccional en la que la microbiota influye en el sistema nervioso mediante la producción de neurotransmisores como serotonina, GABA y glutamato, que regulan el comportamiento, el sueño y el estado de ánimo.
Es importante tener en cuenta ciertos aspectos prácticos en la utilización de probióticos en personas con TEA/CEA. Dado que cada cepa probiótica puede tener efectos o enfoques distintos, por lo que es fundamental seleccionar aquellas que cuenten con respaldo científico. Además, se recomienda contar con asesoramiento profesional para definir el tipo y la dosis adecuados.
El magnesio es un mineral esencial para la función neurológica y participa en más de 300 reacciones enzimáticas, incluyendo la transmisión sináptica y la modulación de neurotransmisores como glutamato, GABA y serotonina, todos vinculados con el comportamiento y la cognición.
Aunque no existen aún ensayos clínicos de alto nivel, varios estudios experimentales y observacionales han mostrado mejoras en síntomas del TEA y del TDAH con la suplementación de magnesio.
- En 18 estudios, aproximadamente el 50% de los niños con TEA mostraron mejoras sin efectos adversos. Padres reportaron mejor atención, aprendizaje, lenguaje y contacto visual.
- Un estudio en 33 niños con TEA que tomaron magnesio (6 mg/kg/día por 6 meses) encontró:
Dentro de las diferentes formas de magnesio, el treonato de magnesio es destacada por su capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica, lo que la hace especialmente eficaz para mejorar funciones cognitivas y de comportamiento.
Relación del magnesio con neurotransmisores claves
La vitamina B6 es importante para la síntesis de numerosos neurotransmisores, como el GABA, la serotonina, la dopamina, la noradrenalina entre otros, lo que indica que la suplementación con vitamina B6 puede potenciar muchos sistemas de neurotransmisores. Lo cual podría reducir los problemas de conducta, mejorar el comportamiento general, atención, ansiedad, posible regulación del estado de ánimo, sueño y respuesta emocional.
La vitamina B9 también conocida como ácido fólico es clave en procesos como la metilación del ADN y la producción de neurotransmisores, funciones alteradas en el TEA/CEA. Anomalías en su metabolismo se asocian con estrés oxidativo y riesgo de TEA/CEA. Su suplementación prenatal, especialmente antes y durante el primer trimestre, puede reducir este riesgo.
La forma activa del folato, metilfolato, puede atravesar más fácilmente la barrera hematoencefálica y no depende de enzimas como MTHFR, lo que la hace una opción efectiva especialmente en personas con variaciones genéticas en esta vía.
Un estudio abierto con 66 niños autistas que suplementación con vitamina B9 durante 3 meses mostró mejoras en sociabilidad, lenguaje, expresión emocional y comunicación, junto con una normalización de marcadores metabólicos como homocisteína y glutatión.
La metilcobalamina, una forma activa de vitamina B12, se ha estudiado como posible tratamiento para el TEA. Puede mejorar la metilación, por ende una mayor metilación y producción de glutatión pueden mejorar la capacidad del cuerpo para desintoxicar sustancias nocivas, lo que podría reducir la carga tóxica e impactar en la salud neurológica. Estudios muestran mejoras en comportamiento, comunicación y funciones cognitivas.
Cabe destacar y recalcar que la suplementación de las vitaminas y minerales mencionados anteriormente debe ser personalizada y supervisada por un profesional de la salud. Aunque los resultados preliminares de estudios mencionados anteriormente sobre algunos nutrientes son prometedores, aún se requiere más investigación de calidad para determinar dosis óptimas, combinaciones efectivas y posibles efectos a largo plazo.
La suplementación nutricional en personas con Trastorno o Condición del Espectro Autista (TEA/CEA) emerge como una herramienta complementaria valiosa en el abordaje integral de esta condición. Dado que muchas personas dentro del espectro presentan dificultades alimentarias y una mayor predisposición a deficiencias nutricionales, la incorporación controlada y personalizada de ciertos nutrientes puede contribuir positivamente a su bienestar físico, emocional y cognitivo.
Nutrientes como los ácidos grasos omega-3, la vitamina D, el magnesio, los probióticos, así como las vitaminas del complejo B, han mostrado en diversos estudios beneficios potenciales sobre aspectos clave como la conducta, el sueño, la comunicación, la atención y la regulación emocional. Estos efectos pueden explicarse en parte por su influencia sobre el sistema nervioso, la producción de neurotransmisores y la salud intestinal.
No obstante, es fundamental recordar que la suplementación no sustituye otras intervenciones terapéuticas ni debe aplicarse de forma generalizada. Cada persona con TEA/CEA es única, y por ello la suplementación debe ser individualizada, evaluada y supervisada por profesionales de la salud que consideren las necesidades específicas, el contexto clínico y posibles interacciones o contraindicaciones.
Considerando lo anterior, la suplementación bien aplicada puede ser una aliada en la mejora de la calidad de vida de las personas dentro del espectro autista, siempre que se base en evidencia científica, evaluación profesional y una visión integral de la salud.
Suplementación y TEA/CEA: apoyo complementario para mejorar bienestar físico, cognitivo y emocional.
Nutrientes clave: omega-3, vitamina D, magnesio, probióticos y vitaminas B con evidencia científica.
Enfoque profesional: la suplementación debe ser personalizada y supervisada por un especialista.